Es muy habitual dividir una narración —incluyendo libros o películas— en tres actos: introducción, nudo y desenlace. Esta estructura no solo facilita la organización del contenido, sino que también ayuda a crear una conexión emocional con el público. Gracias a ello, la historia tiene un inicio y un final, y permite que la narración sea amena, capte la atención del público y genere tensión. Lo hemos visto infinitas veces en el cine. Estos días lo hemos experimentado con pedro sánchez y la incertidumbre creada en torno a su posible dimisión.
La introducción. Una carta. Un mensaje directo y personal hacia la ciudadanía. Una manifestación de amor hacia su pareja, una oportunidad de presentarse como una víctima ante las mentiras y ante sus adversarios. Es una primera estrategia de personalización: Sánchez es humano y va a reflexionar. Es un “hombre común”, como el resto de españoles. No habla de ideología, sino de emociones. Es una invitación a la empatía. Y es que es más sencillo, para la ciudadanía, empatizar con aquello que se presenta como auténtico y más cercano a nuestra manera de ser y de pensar.
El nudo. Silencio absoluto —porque callar también comunica— y dejar que crezcan los rumores, el ruido mediático, la expectación. Más tiempo de silencio ha significado, en primer lugar, más espacio para manifestaciones a su favor de diferentes personas y colectivos pero, en segundo lugar, más dudas sobre su decisión final. De hecho, la percepción de que dimitía se iba acrecentando según pasaban los días y, durante este lunes, las horas.
El desenlace. Primero anuncia conferencia de prensa a las 12h, después habla con el Rey, y para terminar adelanta la comparecencia a las 11h. Con todo el país atento a la pantalla, explica que no sucederá nada y que todo continuará igual. Pero sí que alza la bandera de la moralidad y la ética, mostrándose como el único líder que puede hacer frente a esta lucha, y llama a la movilización de todos y todas.
Polariza hacia su persona la decisión final de la ciudadanía, y al mismo tiempo, juega la carta electoral”
Polariza hacia su persona la decisión final de la ciudadanía y, al mismo tiempo, juega la carta electoral. Porque no olvidemos que el resultado final de su estrategia se verá en las urnas. Detrás de la bandera está la papeleta. Así, aunque parezca poco —ante las expectativas previas— el movimiento es claro: es un golpe en la mesa ante el contexto actual, pero no tanto para quienes le atacan, sino para aquellas personas que dudaban, ya las que ha querido “despertar”. , y acercar a su causa para movilizarlos electoralmente. La encuesta del CIS muestra que ha acertado, sumando nueve puntos solo con el amago de dimisión, pero eso fue con la introducción y el nudo. Ya veremos con el desenlace.
Hoy, hay más Pedro Sánchez que nunca, más espectacularización política que nunca. No hay nada como generar incertidumbre para intentar movilizar al público. Introducción, nudo y desenlace. Sin embargo, no sabemos si esta vez bastará o si no ha sido un final lo suficientemente bueno y se esperaba algo más. El público dictará sentencia.
Xavier Peytibi es consultor político en Ideograma, politólogo y autor de Las campañas conectadas: Comunicación política en campaña electoral y coautor de Cómo comunica la alt right: de la rana Pepe al virus chino.